Mah
- Abraham David Nissan

- hace 1 hora
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Mah, el Horizonte del Cielo de Abajo
En un valle tan antiguo como la primera luz, existía un cielo secreto que los hombres no solían mirar. No estaba arriba, sino abajo, justo donde comenzaba la tierra a curvarse hacia lo desconocido. A ese borde sagrado los sabios lo llamaban Mah, el horizonte del Cielo de abajo.
Mah no era un lugar fijo. Cambiaba con los sentimientos de quienes se acercaban. Al amanecer podía parecer un océano dorado, al mediodía un espejo de plata y, de noche, una llanura infinita donde los sueños caminaban sin sombra. Se decía que quien aprendiera a leer sus colores sería capaz de entender el lenguaje oculto del alma.
Un día llegó al valle un niño llamado Elam, curioso y silencioso como un susurro del viento. Los mayores le advirtieron:
—No te acerques a Mah. Lo que uno ve allí revela más de sí mismo que del cielo.
Pero Elam no sintió miedo. Había nacido con una pregunta ardiéndole en el pecho: ¿Por qué existe la luz?
Al ponerse el sol, caminó hasta el borde del mundo y se asomó. Mah se abrió como un libro vivo. Vio ciudades hechas de claridad, caminos construidos con recuerdos, y criaturas de fuego suave que caminaban sin peso. Una de ellas le habló:
—Todo lo que buscas ya está dentro de ti. Mah solo refleja.
Elam comprendió. El Cielo de abajo no era un abismo, sino un reflejo perfecto del Cielo de arriba, unido por el misterio de la conciencia humana. Volvió al valle con una paz nueva, sabiendo que cada paso que diera dibujaría un nuevo color en Mah.
Desde entonces, dicen que cuando alguien encuentra su propósito, el horizonte brilla con un tono azul imposible: el azul de las preguntas respondidas.





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