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Un día normal

  • Foto del escritor: Abraham David Nissan
    Abraham David Nissan
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura

Cuento corto, con tono crítico, reflexivo y una atmósfera casi documental.



Diez Caminantes



A las 7:03 de la mañana, Liu, en Shanghái, salió de su pequeño apartamento rumbo al metro. Abrió la aplicación que contaba sus pasos: 0/10,000. Caminó con prisa, convencido de que la democracia mundial —aunque le quedara lejos— era un colchón invisible que protegía a todos.


A las 7:11, María, en Bogotá, bajó por la colina que la llevaba a la universidad. Cada paso que daba lo veía reflejado en la pantalla: 243 pasos. Le gustaba la sensación de orden, de control, de que alguien, en algún lugar, velaba por su libertad.


A las 8:00, Jonas, en Oslo, caminó hacia su trabajo en una startup tecnológica. 1,103 pasos. Pensaba que nada malo podía pasar en un mundo con tantas instituciones, tratados y garantías.


A las 8:27, Rina, en Tel Aviv, caminó hacia el gimnasio. 527 pasos. La aplicación le marcaba una sonrisa verde. Pensó que la democracia, aunque imperfecta, era una red que sostenía la vida cotidiana.


A las 9:15, Omar, en El Cairo, caminó hacia el bazar donde trabajaba. No vivía en democracia, pero creía en la del mundo; “si ellos son libres, algo de eso me alcanza”, solía decir. 1,980 pasos.


A las 10:02, Svetlana, en Praga, caminó a su clase de arte. 3,112 pasos. Sus audífonos transmitían noticias superficiales. Se sentía segura.


A las 13:20, Michael, en Nueva York, caminó de su edificio al lunch del mediodía. 4,404 pasos. Observó a los policías en la calle y pensó: “Todo está bien, vivimos en la mejor de las democracias”.


A las 15:55, Ayumi, en Kioto, caminó hacia su biblioteca favorita. 6,809 pasos. Miraba cerezos, segura de que la estabilidad global era un hecho.


A las 17:10, Thiago, en São Paulo, caminó hacia su entrenamiento de fútbol. 8,200 pasos. Imaginaba el futuro brillante que la democracia garantizaba.


A las 20:30, Helen, en Londres, caminó de regreso a casa desde el teatro. 10,001 pasos. Sonrió al ver que había cumplido su meta del día. El mundo —pensó— seguía su ritmo, firme, predecible.




A las 21:00, en todos los canales simultáneamente, apareció el mismo rótulo rojo:



“Última hora: un millón de personas murieron hoy en el planeta. La Casa Blanca ha sido atacada en un tiroteo.”



Los diez, cada uno en su rincón del mundo, levantaron la vista.


Una mezcla de extraña calma los envolvió.


—Qué día tan loco —pensaron— pero al final… normal. Las noticias lo explicarán. La democracia está ahí. Todo está bajo control.


Y volvieron a mirar sus teléfonos.

La aplicación se actualizó:


“Meta alcanzada.”


El mundo siguió girando.

Y ellos siguieron caminando.

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